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Carta para Mayén: «a Mi Papi»

La siguiente carta es de Muriel Rivera Cruz quién contactó la Base Central tras FaceBook. Muriel es la Hija de Mayen y tiene varios años viviendo en Miami.

Muriel me daba permiso traducirlo desde «English» porque me contaba que su Ingles es mejor que su Español. -Marco

El hombre Eduardo Rivera Mayen o como le decia yo, «Papi» fue un hombre de honor. Nunca voy a olvidar su voz tranquilo y palabras de sabiduría. Cuando yo era niña siempre me llevaba mi pastel preferido para mi cumpleaños. Me llevaria a los caballitos donde uno de mis fotos favoritas fue tomada. A pesar de la distancia entre nosotros yo se que me amaba, solo espero que el sabia que yo amaba también a él. La ultima vez que hablé con mi Padre, me dijo, «construye tu destino, no dejes que el destino haga tu vida».

Fue duro vivir lejos de mi padre.  Lo vi un par de veces cuando visitaba El Salvador en años pasados. Ahora tengo una hija con nombre de mi Mamá. Juntos yo y ella viviremos para mi padre. Como vi las fotos del entierro, fue obvio que fue amado por muchos. No hay palabras que expresa mis sentimientos de no poder estar con mi padre durante el entierro. El hecho que se murió sin ningún auxilio me quiebra la corazón. Estoy eternamente agradecida por lo que ha hecho los Comandos para él.

Entiendo, que bajo las circunstancias, no podía esperar mas días para enterrarlo. Es dificil tragar el duelo sabiendo que nunca va a conocer su nieta y ella nunca va a conocer a su abuelito. Les aseguro que ella va a aprender que tal maravilloso hombre fue su abuelo Mayen, y como ayudó a los más necesitados  siendo un persona muy valioso para El Salvador y los Comandos de Salvamento. En lo personal, para mi, voy a decir que ahora esta con mi Madre en los cielos, están esperando el día cuando estaremos juntos. Que descanse en paz Papá, nunca te voy a permitir que su memoria muera, a ti, este es mi promesa.

Te Quiero,

Muriel Elizabeth Rivera


Ultimo Adios a Jefe de Prensa de Comandos

Decenas de socorristas de Comandos de Salvamento acompañados por miembros de Cruz Roja, Cruz Verde, Bomberos, camilleros familiares y amigos, delegados de partidos politicos y de protección Civil ofrecieron este miercoles su último adios a Eduardo Rivera Mayén, quien por muchos años fungio como vocero de Comandos de Salvamento ante la prensa salvadoreña. El sepelio se realizo en el Cementerio CampoAmor a donde los restos de Rivera Mayen fueron trasladados por una veintena de ambulancias de diferentes instituciones de servicio humanitario. Al finalizar el Acto se entrego a su familia El Chaleco que Rivera uso por muchos años en el desempleo de sus funciones.

Fotos: Francisco Campos

Fotos: Ricardo Segura

Eduardo Rivera Mayén Q.E.P.D.

Entierro Mañana a las 10 Campoamor
[podcast]https://comandosdesalvamento.org/1/moozic/MAYEN/AMIGOMAYEN.mp3[/podcast]

Estamos de duelo por la pérdida de nuestro gran colega, amigo, y destacado vocero Eduardo  Mayen quien representó la institución de Comandos de Salvamento por 21 años como vocero. Apreciamos mucho sus años de servicio y dedicación que le brindó a la comunidad salvadoreña. Esperamos que sus restos descansen en paz. Su labor y esmero siempre estará con los Comandos así como su espíritu de servidor. El sentido pésame y condolencias para la familia y amigos. Sus restos seran velados en la Base Central de Comandos de Salvamento y sepultado este miércoles 16 de Marzo en Campoamor.
Más información aquí.

Eduardo Rivera Mayen
Mayen, mano derecha lleva la bandera de Comandos durante una emergencia del pasado.
Eduardo Rivera Mayen, mano derecha lleva la bandera de Comandos durante una emergencia del pasado.

Testimonios: El Primer «Ground Zero» de 2001

Por Mark Hoffman: Representante Internacional de Comandos de Salvamento

Hace diez años fue el gran terremoto que causó el deslave en la colonia Las Colinas en Santa Tecla. Un sábado 13 Enero de 2001, la magnitud informaron fue de de 7.6 grados y en un instante, toneladas de lodo cubrieron más de 800 casas con 585 fallecidos 193 Soterrados y 125 desaparecidos, Grupos de Rescate de Comandos fueron enviados desde la base central y de delegaciones cercanas para realizar los trabajos de Rescate. Ahora 10 años después algunos veteranos de Comandos fueron a visitar a Las Colinas para reflejarse en la gran tragedia que robó del país mas que 900 vidas en total. Aquí algunos testimonios y recuerdos:

Eíder Andrade, Comando por mas que 25 años: “Lo mas impactante para mi fue ser testigo del llanto de dos parientes de dos bebes que encontramos soterrados. Uno de los bebes perdieron las dos manos, y al otro un pie. Así viéndolos padres rogar ante Dios en rodillas fue impactante para mi. Sacamos montón de cuerpos destrozados”.


Eíder Andrade

El mas conocido Comando del Base Central es Edgar Jhonny Ramos. Con el casco de protección que usaba durante semanas de rescates y búsqueda de cadáveres, Jhonny lo convirtió en un artefacto personal con datos escritos de victimas encontrados.

Jhonny dice que lo mas impactante para el fue de sacar vivo a Sergio Moreno, un teclista de Grupo Algodón, quien hizo canciones tal como, “el Divorcio”, y “Procuro Olvidarte”. “Para mi cuando encontramos a Sergio después de ser soterrado por 32 horas, nos gritaba que no lo deja solo, así metimos un línea de oxigeno, estaba atrapado entre la pila- pared, y tierra. Lastima que en el hospital después de amputarle una pierna,  falleció unas días después el 16 de Enero”,  Pero este mismo día después sacamos otro vivo.  A Antonia Pérez de 20 años«.Testimonio de Jhonny en youtube.


Sergio Moreno Rescatado

Jhony dice que fue muy frustrado porque no habia control de personas que andaban en la zona de rescate.

«La gente venia al zona como si fuera disneylandia, tomando fotos con sus celulares, yo les rogaba de salir porque estaban quizá andando en personas vivos soterrados pero no me hacían caso, lo mismo pasaba en San Vicente para la tormenta IDA, no había control, Tenemos que hacer un plan con los Militares y PNC para controlar las  zonas de riesgo durante operaciones de rescate. En el  futuro viene desastres segura y la gente turista no piensa en los victimas sino mas en su facebook.»


Jhonny en Ground Zero 2001.

Jhonny en 2011.

Internacionalista Mark Hoffman quien ya había estado colaborando con comandos del base central desde 1996 y había mudado a la USA llegó a ayudar. “Ya sabia el ambiente en donde trabaja los comandos entonces agarre dinero y unas donaciones y compre unas 30 guantes de cuero, que iban a encontrar cadáveres, una semana después del deslave. Deje mi trabajo sin decir a nadie.»

«Al llegar a las colinas, Lo que más impresionó no fue de ver cadáveres o pedazos, sino fue de ver peluches de niños, o fotos de familia, también me daba cólera de ver trastos de cocina no destruido. De ver cuerpos destruidos pero vasos y platos no, me enojó. También había algo en el aire, más allá del olor, como si estuvieran Ángeles o espíritus protegiendo a los socorristas y familiares. Era tierra santa. Mas pensé que fue raro que el gobierno estaba haciendo la dolarización del economía en esos momentos. Cuando llegue al trabajo en la USA el jefe me decía que tenía que despedirme del trabajo porque salí del país sin aviso. Le dije que me vale pepino mientras pensaba en el horror que acabo de ver en El Salvador


Mark con grupo «semana 2» en 2001.

Mark con Jhonny en 2011.

Ricardo Leiva, Veterano de Comandos por mas que 17 años recordaba, “Estuve donde Sergio, y después me mandaron al morgue temporal donde llevaban cuerpos y pedazos. Había un padre de familia que encontraron abrazando a su niño y estaba por abrir la puerta de la casa cuando el deslave los enterró. Lo encontraron así en estado de rigomortis y así llevaron su cadáver todavía abrazando su niño. También donde el morgue los forenses de medicina legal tenia que cortar los dedos para huellas dactilares. Ricardo dijo que la causa fue por un gran tanque de agua arriba del cerro de las colinas. «Se supone cuando pego el terremoto, se quebró el tanque dejando todo el agua mojar al tierra


Ricardo trabajando en 2001.

Ricardo en 2011.

Comandos de Salvamento quiere saludar a todos los voluntarios y otro unidades de socorro que colaboraban tal como Cruz Roja, Cruz Verde, Cruz Azul, Bomberos Nacionales, Camilleros,  Ejercito Mexicano, los «topos» de Distrito Federal y lo demas.

Fotos de Las Colinas Enero 2011

Fotos de Prensa

Para fotos de Las Colinas Enero 18 operaciones 2001 haga click en la foto.
Foto Credito: Mark Hoffman

Hace diez años, el sitio web de Comandos de Salvamento publicó un homenaje a los victimas usando unas fotos encontrados en la zona.

Aqui esta de nuevo. No están olvidados.

Caer con las Botas Puestas

En Diciembre de 2004, El Diario del Hoy tras Vértice hizo un excelente reportaje de la obra de Cruz Azul, Cruz Roja, Cruz Verde y Comandos de Salvamento durante la época de la guerra.

Caer con las Botas Puestas

Muchos héroes anónimos ofrecieron sus vidas en medio del fuego cruzado durante el pasado conflicto, mientras realizaban su trabajo. Vértice habló con rescatistas voluntarios que estuvieron donde nadie más estuvo, este reportaje recoge las historias de sus vidas

Juan Carlos Rivas
Los cuerpos de socorro siempre estuvieron en medio de los enfrentamientos. Lograron rescatar y salvar a muchos salvadoreños. Foto cortesia comandos de salvamento

Sucedió en Apopa, en los años 80. El FMLN sitió la ciudad y después la tomó. Cerraron con barricadas y dos francotiradores.

Mientras eso sucedía, dos ambulancias de Cruz Azul se detenían frente al puesto de la Guardia Nacional.

Al mismo tiempo, en el km 11 de la carretera que conduce a Santa Ana, una patrulla que salía desde Caballería para apoyar a los guardias de Apopa obtuvo resistencia y se retrasó.

En la ciudad tomada, los socorristas Nicolás, Berta y Núñez lograron entrar y se refugiaron en hoyos y canaletas.

Nicolás Campos estaba a dos metros de un guardia nacional que disparaba incesante su G-3 y se protegía detrás de un poste.

Al verlo, el guardia le pidió agua. Nicolás sacó su caramañola y, justo cuando levantó su bandera y movió su cadera para pasar el agua, una ráfaga le atravesó la pierna. Cayó mientras se retorcía de dolor. El guardia también cayó.

¿A quién rescatar primero?, se preguntaron los colegas de Nicolás.

¿Al guardia? ¿A su querido compañero?
Mientras se decidían, el ataque se intensificaba. Aun así, determinaron salvar a los dos.

Condujeron la ambulancia y entraron a la zona de combate. Las balas levantaban polvo cerca del auto y algunas acertaron en los rines, las otras descascaraban paredes.

La decisión les permitió rescatar a su compañero y al guardia.

Pero la de Apopa era nada más una de las escenas que se vivían en las balaceras entre el ejército y la guerrilla.

Sepelio de socorristas de Cruz Verde, la marcha atravesó la capital. Foto cortesia de Cruz Verde

Gracias a ese coraje es que pudieron salvar miles de vidas aunque su labor también les pasara dolorosas facturas.

Rescatar a personas que quedaban en fuego cruzado era una actividad a la que se unía el deseo de supervivencia.

Al mismo tiempo que salvaban vidas guardaban la suya; muchos se incorporaron para evitar ser reclutados por cualquiera de los bandos.

“Esos jóvenes buscando la seguridad aprendieron a prestar servicio”, dice el director de Cruz Verde, Miguel Ángel Torres.

Sin embargo, ese servicio los llevó a sufrir toda clase de abusos y persecuciones; insultos, golpes, intimidación, destrucción de unidades y —en algunos casos— hasta la muerte.

“Fuimos golpeados e intimidados varias veces; y es que muchas cosas se tomaron a mal. Quizás porque nuestro papel fue protagónico y neutral”, asegura Melvin González, de Cruz Azul. Mientras la guerrilla los secuestraba para atender a sus heridos en los hospitales clandestinos, el ejército los acusaba de colaboradores de los alzados en armas.

“Ese es el riesgo de estar en el campo de batalla”, agrega Luis Quezada jefe de Difusión y Búsqueda de Cruz Roja Salvadoreña.

Estos ángeles de la guarda también morían. Irónicamente, no existe un registro formal de las bajas.
Se sabe del socorrista Nicolás Campos, que fue atendido a tiempo y se salvó. Pero no pasó lo mismo con el guardia: lo suyo no era una herida; era un simple shock nervioso. Se desconoce cuál fue su destino.

La amarga realidad

Pero la guerra pasó y los cuerpos de socorro, que fueron creados como instituciones civiles para atender emergencias y que eran apoyados por la empresa privada, organismos internacionales y la misma población, han caído en una suerte de desamparo.

Neftalí Barillas, Melvin González y Santiago Calderón, de Cruz Azul. Foto EDH/Oscar Payés

Se capacitan en todo tipo de rescate y primeros auxilios, consiguen equiparse y agrupan muchos miembros; sin embargo, no cuentan con subsidios, a excepción de Cruz Roja, que recibe el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Aunque, esas ayudas —después de la llegada de la paz— se han reducido.

El resto de instituciones sufre el mismo impacto. “Esperamos tener un día un subsidio”, comenta Santiago Calderón, de Cruz Azul.

Mientras que López Bonilla, de Cruz Verde, dice: “También entregamos nuestra cuota de sacrificios, pero con la firma de la paz se olvidaron de nosotros”.

Sobre lo mismo, Eduardo Rivera, de Comandos de Salvamento, medita: «La guerra fue una época de angustia; ojalá que ahora reflexionemos todos y que no se vuelva a dar”.

Bonilla coincide: “Volver a vivir esa vida no es para pensarlo, no tiene que repetirse. En una guerra civil tu libertad le pertenece a otro».

Quizá por eso muchos la buscaron en otros rumbos, como el socorrista Nicolás Campos, quien emigró a Estados Unidos.

Por hoy funcionan cuatro cuerpos: Cruz Verde (3,500 miembros), Cruz Azul (415), Cruz Roja (2,500) y Comandos de Salvamento (3,500). No tienen subsidios y atienden muchos llamados. La única ayuda llega de los automovilistas, los pasajeros de buses o los salvadoreños en el exterior.

Recuento de héroes y mártires
La mayoría de socorristas muertos y desaparecidos no pudo contabilizarse por las características mismas del conflicto. La información recopilada es poca.
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Durante la ofensiva del 89

– Este cuerpo no tiene registros aunque también sufrió bajas por el fuego de fusilería o por las bombas, principalmente durante la ofensiva guerrillera de 1989. “Era difícil ver que en algunas ocasiones salíamos 15 y regresábamos sólo 12”,
recuerda Santiago Calderón.

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Víctimas inocentes

– Héctor Raúl Cotto fue una de las primeras bajas de Cruz Verde. Su unidad, ubicada en la antigua base de Santa Anita, había sido amenazada. El día que murió estaba en su casa postrado en calentura. Ahí llegó un escuadrón a ametrallarlo.

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Héroes caÍdos en acción

– Alberto Guzmán, experimentado socorrista de Comandos de Salvamento cayó mientras realizaba una evacuación en zonas de alto riesgo. Otros siete compañeros cayeron portando su uniforme amarillo a lo largo del conflicto. Es uno de los pocos datos que existen.

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Bajas sin registros

– La Cruz Roja tampoco pudo contabilizar sus bajas. Se sabe de dos socorristas que murieron en San Vicente, y aunque tuvieron muchos lesionados por esquirlas de granadas y ametrallamiento de unidades, no se cuenta con datos específicos.

En la voz de socorristas

“Estuve en un pueblo fantasma”

Eduardo Rivera y Orlando Cruz de comando de salvamento participaron en las labores que este cuerpo desarrolló durante los 12 años del conflicto. Foto EDH/Lizette Moreno

Eduardo Rivera, de Comandos de Salvamento “Esa mañana llegamos al centro de Chalate, recibimos el llamado alrededor de las cinco. A las 6:30 estábamos en Las Vueltas. Recuerdo una callecita de tierra con partes empedradas y la soledad del lugar. Era invierno. Yo nunca había visto —salvo en la televisión— los pueblos fantasmas.

Ese día conocí uno. Experimenté algo raro al ver las hornillas todavía calientes, restos de comida, una olla de frijoles cociéndose, mesas que quedaron servidas así como el interior de las casas completamente destruidos.

Tenía 18 años y no podía concebir que esas cosas pasaran, que se cometieran tantas masacres sólo porque creían que los campesinos colaboraban con uno y otro bando.

Ahí murieron 60 personas. Una hora después de estar ahí apareció mucha gente que nos rodeó, habían permanecido ocultos entre los matorrales y en lo alto de los árboles, creyeron que éramos parte de los combatientes y tenían miedo de salir.

Más tarde nos llevaron a conocer una parte del Sumpul, ahí habían ido a tirar algunos cuerpos. Fui a otros pueblos cercanos como Verapaz y Guadalupe y era triste encontrar a toda la población muerta.

Cuando uno se pone a pensar en lo que sufrió la gente del campo, es difícil decir que se es apolítico”, relata Eduardo Rivera, uno de los más conocidos rostros de Comandos de Salvamento en San Salvador. Su compañero Orlando Cruz narra la siguiente historia.

LA MUERTE EN USULUTÁN

“Esa noche anunciaron que la guerrilla se había tomado Berlín, Usulután. Cuatro de nuestras ambulancias llenas de socorristas estaban listas para entrar pero fueron detenidas y obligadas a apagar sus motores. Un militar de alto rango había dado órdenes de ejecutarlos.

Los voluntarios se quedaron inmóviles. Fue gracias a un guardia chelón que se compadeció y decidió no dar la orden. ‘Denle gracias a Dios porque hubieran muerto bastantes, así que se van a quedar ahí’, nos dijo. Y nos quedamos en una presita para continuar por la madrugada.

Con las primeras luces de la mañana avanzamos hasta llegar a una calle de tierra, ahí encontramos muchos muertos: civiles, guerrilleros y militares. Pero al avanzar —siempre en la calle de tierra— alcanzamos a ver a una familia que venía hacia nosotros.

Tanto el señor, la señora y varios niños llevaban cada quien un puchito de ropa. Entonces apareció ‘la carreta’ (un avión bombardero), que les lanzó una bomba. Todos volaron en pedazos, en muchos pedazos. Eso de verdad me impactó. Algunos socorristas entraron en shock y comenzamos a llorar todos. Ese es uno de los casos que nunca se me olvidan”.

“La guerra no permitía atender”“Mi experiencia fue un tanto distinta porque me encontraba destacado en la seccional de Santa Ana y allá en la zona occidental la guerra no fue tan intensa.

Luis Quezada, de cruz roja, al momento de coordinar operaciones en la zona occidental. La foto es uno de los recuerdos que conserva en casa.

Recuerdo un caso en donde no pudimos dar la atención médica adecuada precisamente por las condiciones de la guerra.

Resulta que llegó un señor campesino a pedir apoyo porque tenía un lesionado en el cantón El Resbaladero (una zona montañosa con cafetales y terrenos quebrados).

Fuimos dos socorristas y el señor nos condujo hasta el centro de un cafetal. Antes de llegar, en el límite entre lo urbano y lo rural, encontramos un retén del ejército.

Al llegar a la zona, 10 kms después del retén, encontramos una columna guerrillera que tenía un herido con una lesión muy fuerte a nivel del pulmón, presentaba una exposición de tejido significativa.

En ese momento supimos que se trataba de alguien con rango, un comandante ya que tenía una célula de seguridad que lo rodeaba.

Le aplicamos los primeros auxilios y sugerimos que lo trasladaran al hospital pero se negaron, dijeron que tenían un médico con el que se reunirían más tarde. Fue una de esas ocasiones donde no pudimos dar la atención adecuada”, contó Luis Quezada.

“En esa época la gente colaboraba”“Yo estuve cuando fue el bombazo en Fenastras. Yo saqué a Febe. Mire, eso fue tremendo, me impactó muchísimo porque el tipo de destrucción fue bárbaro.

Miguel Torres y Alejandro López

Primero porque fue difícil entrar y luego por la manera en que los cuerpos estaban destrozados y esparcidos.

Las cabelleras habían sido arrancadas como si fueran pelucas, a saber qué material utilizaron ya que habían cuerpos mutilados de muchas formas.

Febe estaba en una oficina de la segunda planta, irreconocible. Nosotros la llevamos al Hospital Rosales pero cerca del antiguo edificio del Banco Central de Reserva, la ambulancia se quedó sin gasolina.

Detuvimos un carro particular que pasaba, cargado de piñatas, y le pedimos que nos llevara; sin avisarle al dueño bajamos algunas y acomodamos a Febe.

Logramos llevarla con vida al hospital pero falleció a las dos horas”, narró Miguel Torres.

Crédito: Vértice de EDH Dic 2004